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Periodismo y periodistas (serie de varios artículos: II)

   Permitan que, imbuido de algún modo por la cercanía de la falsa esperanza navideña, me salga este 11 de diciembre de 2013 un texto un tanto optimista. Por decirlo de un modo popular y por continuar dibujando esa estampa navideña, veo la copa de sidra medio llena. Y créanme si les digo que, en lo laboral, tengo muy pocos o ningún motivo para verla así. Ya les contaba hace apenas dos semanas hacia dónde creo que nos dirigimos profesionalmente muchos de los que nos hemos dedicado en algún momento al periodismo. También les explicaba allá por el mes de mayo cuando abrí este espacio 2.0 el escenario en el que andábamos metidos quienes (en algún momento de nuestras vidas) hemos comido de esto de contar historias de vidas ajenas. En cifras -que es siempre un recurso objetivo para testear la realidad- en aquel post del mes de mayo hablábamos de 10.081 puestos de trabajo destruidos (según el observatorio de la crisis de FAPE) en el sector de medios de comunicación. A fecha 11 de diciembre de 2013 hablamos ya de 12.010. Cada número, del 1 al 12.010, es una persona sin trabajo. Pueden descargar el documento completo si quieren ustedes comprobarlo. Inciso: Y eso que les prometí al comienzo del post ser optimista, pero ya ven, así cualquiera se pone a darle la vuelta a esa tendencia. Vamos a intentarlo apartando de un manotazo el precario escenario laboral y centrándonos en el periodismo en sí. En la prensa escrita. En lo que cuenta la letra. En el medio, sobre todo, digital. En el mensaje. En cómo se sostiene económicamente. En la forma de narrar la información general.

Los nuevos medios están sobreviviendo sobre

la base de un proyecto periodístico distinto

   Aquí sí. A partir de aquí pueden leer ya con una semi sonrisa optimista. A partir de aquí es donde podremos ver la copa de sidra medio llena. Esa última frase incluye también, nunca lo olviden, que aún queda otra parte de la copa vacía. Pero pongámonos en el lado de la esperanza y el optimismo semi ciego. Creamos en el cambio de tendencia periodística. Y no pretendo que esto sea un brindis al sol. Motivos, algunos pocos y gracias a profesionales valientes, creo que hay. Los van a leer. Éste, y solo éste, es el objetivo del post: brindar con una copa de sidra semi llena por el futuro del periodismo escrito. Desearle lo mejor, claro está. Pero para eso es necesario que dejemos a un lado los ejemplos de periodismo convencional que todos conocemos. Les hablo, claro, de los diarios con los que ustedes (y yo) hemos sido educados durante los últimos 30 años, léase aquí El País, El Mundo o ABC, por citar los tres más importantes (en cuanto a ventas se refiere) a nivel nacional. No nos ocuparemos de ellos. Vayamos mejor a los nuevos diarios que combinan la publicación digital (contenido online) con la publicación escrita (lo que los profesionales del marketing llaman comunicación offline), la mayoría de los cuales han surgido en medio de la zozobra de la crisis. Aunque hablar de nuevos es mentir, pues todos tienen ya una trayectoria vital que, en algunos casos, es de años y, en otros, de varios meses. Por tanto ya no es novedad. Muy al contrario, y de ahí la raíz positiva del post, están sobreviviendo sobre la base de un proyecto periodístico distinto, con diferencias evidentes con esos tres diarios que poníamos como ejemplo más arriba. Por eso, creo, merece la pena hablar brevemente de ellos. Me refiero a infoLibre, La Marea, El diario, Periodismo humano o, el más longevo de todos, Diagonal. Leerán y comprobarán si se deciden a hacer clic en alguno de esos enlaces que son todos diarios de inspiración progresista, con un marcado acento hacia una línea editorial de lo que, políticamente, ustedes y yo conocemos como izquierda. He buscado y rebuscado otros diarios, similares a los que cito como ejemplo, de inspiración conservadora o derecha pero mi búsqueda ha ofrecido un resultado desértico. De ahí la razón por la que solo cito esos. Créanme que he intentado por todos los medios equilibrar la balanza, pero ha sido un esfuerzo en vano. Quizá este post sirva para que alguien me abra los ojos y me descubra la existencia de esos diarios con una línea editorial distinta. Ya saben, es lo bueno del 2.0.: Todos podemos aportar.

Todos ofrecen como garantía de calidad que sus

contenidos no están sometidos a presiones de ningún tipo

   La diferencia entre estos cinco últimos diarios mencionados (infoLibre, El diario, La Marea, Periodismo humano y Diagonal) y sus primos hermanos tradicionales (El País, El Mundo, ABC) es, por un lado, que solo existen en la esfera digital. Es decir, si quiere usted leerlos tiene sí o sí que entrar en Internet, lo que ya está marcando una forma de leer la información: habituarse a una correa transmisora diferente a la habitual de ir al kiosco y comprar el periódico. Aunque esto no es del todo cierto, pues todos -salvo Periodismo humano– tienen su versión papel, normalmente una publicación editada mensualmente o cada quince días. Infolibre, por ejemplo, tiene la publicación mensual tintaLibre, uno de los mejores contenidos periodísticos, a mi juicio, que podemos encontrar hoy día. Pero la gran diferencia es la forma de entender el negocio periodístico. Y, por favor, quítenle a la palabra negocio todas aquellas connotaciones peyorativas que en este momento se puedan estar paseando por su cabeza. Ninguna de estas cinco publicaciones ve el periodismo como un gran negocio para conseguir un enriquecimiento monetario (al contrario que los diarios tradicionales, lo que constituye quizá la gran diferencia de base), aunque tampoco pretenden esconder que quienes trabajan en él quieren tener unos salarios dignos y poder vivir de aquello que mejor saben hacer. Pero, con todo, la mayor diferencia no es ni la forma de acceder a la información ni la visión del periodismo no como un negocio para enriquecerse sino como una verdadera herramienta de supervisión de cualquier poder (político o económico). La mayor diferencia es, precisamente, que todos ofrecen como garantía de calidad que sus contenidos no están sometidos a presiones de ningún tipo. Y dirán ustedes, ¿cómo es posible esto? Sencillo y básico: si una empresa quiere publicitarse en alguno de esos medios tiene que asumir, por ejemplo, que si algún día se viera implicada en una información perjudicial para sus intereses el medio no iba a obviarlo e informaría de ello. Si no se fían de lo que les digo pueden ustedes mismos comprobarlo visitando los diferentes medios y chequeando cómo se financian. Financiación que, por otro lado, también llega a través de la cuota que pagan los socios. Y esa es la cuarta diferencia: la posibilidad de hacerse socio (bien del formato digital, bien del formato papel, o ambos) o contribuir con una donación. En algunos casos, como el de La Marea, puede incluso hacerse socio cooperativista y participar de la toma de decisiones. Un paso más allá y otra forma de entender el periodismo y el servicio que éste cumple en toda sociedad que aspira (creo que lo justo es utilizar siempre ese verbo: aspirar a) a ser justa e igualitaria.

   Por cierto -y voy terminando que tendrán ustedes que ponerse a hacer otras cosas- que les venía a contar todo esto porque uno de esos diarios, Diagonal, está pasando una mala racha y necesita de nuestra ayuda. Con todo lo narrado y si de verdad creemos y queremos un periodismo distinto no estaría de más que, entre todos, le echáramos un cable aportando lo que podamos. El periodismo se lo agradecerá.

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