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Dibujos de Netflix para aprender y disfrutar con tus hijos en casa

Si eres padre o madre y trabajas, estos días de confinamiento te toca tarea doble. Por un lado, trabajar desde casa (lo que hemos convenido en llamar de forma masiva «teletrabajo»); por otro, tratar de que tu peque, o tus peques, avancen en nuevos conocimientos y, al mismo tiempo, se entretengan con contenidos de calidad. Dejando a un lado los juguetes clásicos, la tablet, o el móvil de papá o mamá, si tienes Netflix lo tienes un poquito más fácil. Y es que el servidor de contenidos audiovisuales nos ofrece muy buenas series de dibujos animados no solo para el mero entretenimiento, también para el aprendizaje y el desarrollo de nuevas habilidades. En mi caso, soy un enchufado a la tele. Siempre lo he sido, desde pequeño. De hecho, aún conservo un lote considerable de películas en VHS de todos los géneros y mi colección de DVDs crece con frecuencia. Por eso, entre otras cosas, disfruto tanto viendo dibujos con mi hija. Podría pasarme este confinamiento sentado en el sofá junto a ella las 24 horas del día viendo series, una tras otra. Material, desde luego, hay, y mucho. No lo hacemos, obviamente, porque tenemos muchas más actividades para hacer en casa (como escribir algo, por ejemplo) y, al final, estamos descubriendo entre todos que somos bastante más creativos de lo que pensábamos. Otra de las lecciones muy positivas que nos dejará la experiencia vivida con el coronavirus: el crecimiento de nuestro poder de imaginación, y el estímulo de la creatividad en tiempos de crisis.

STORYBOTS-netflix-habitatculodelparado.wordpress

Pero metiéndonos ya en harina, y por si os interesa, os dejo aquí este TOP 3 de series de dibujos animados para ver con los peques en casa durante el confinamiento del Covid_19. Cabe destacar que mi hija tiene ahora mismo 5 años y ya entiende y empieza a interiorizar muchas cosas que, con otros dibujos, no sería posible. La recomendación, por tanto, tiene mucho que ver con ese detalle.

Series de dibujos animados de Netflix para ver con los peques durante el confinamiento:

1.     StoryBots: claramente, mi favorita. No sé si estoy yo más enganchado que ella. Nos faltan apenas 3 episodios por ver. Tenéis dos temporadas para disfrutar y aprender mientras os divertís. De una forma muy divertida, dinámica y con unos dibujos muy sencillos pero de estilo pop cuenta cosas del día a día como «qué pasa cuando tiramos de la cadena», de «dónde vienen los planetas» o «cómo vemos a través de los ojos». Son capítulos de apenas 25 minutos aproximadamente, y cada uno de ellos incluye además una píldora de aprendizaje de otra materia que tenga que ver con el tema principal y que se aborda en clave musical. Por cierto, entre los capítulos hay uno de ellos que nos explica de dónde vienen los virus y por qué nos resfriamos. Con lo que es la excusa perfecta para aprender de manera divertida qué ha pasado con el coronavirus. 👇 Aquí, el episodio en su canal de Youtube (english version).

2.     Érase una vez… el cuerpo humano: un clásico entre los clásicos que tenemos a nuestro alcance en Netflix. Reconozco que no es fácil convencer a tu hija para que se aficione a esta serie que se estrenó en 1986. Pero una vez la haya visto 3 o 4 veces, te pedirá más. Está claro que no sigue los patrones actuales de ritmo, guión, música y hasta estilo (entre otras cosas, porque es una serie de otro siglo que yo me tragué junto a su hermana «Érase una vez… el hombre» en años pretéritos), pero es muy aconsejable precisamente en el tiempo en que estamos. Es una excusa ideal para aprender algo más sobre nuestro funcionamiento interno, y hacerlo de manera entretenida y, sobre todo en este caso, muy pedagógica.

3.     Fiesta de palabras: mi otro gran descubrimiento. La más sencilla de todas. La más cantarina. La más infantil de esta lista de series infantiles. Simpáticos animalitos que juegan entre ellos y con el espectador, animando a los niños a participar y dar sus respuestas. Me gusta especialmente por la facilidad con la que enseñan y explican palabras corrientes e invitan a los pequeños espectadores a conocer el mundo del lenguaje.

4.     Bola extra: Simon. 😁 Vale, esta también nos gusta mucho en casa. Un pequeño conejo que durante los diferentes capítulos va aprendiendo nociones básicas de responsabilidad, comunicación y respeto hacia la comunidad. Un paso más allá en el aprendizaje de conceptos básicos. Una serie con la que, creo, además empatizamos mucho quienes nos dedicamos a la comunicación y la proyección de la imagen.

simon-NETFLIX

Y vosotros, ¿conocéis estas series educativas de dibujos animados de Netflix?. ¿Me recomendáis otras?. A ver si entre todos hacemos una gran lista de recomendaciones.

 

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Turista de salón

“Las empresas de construcción cortan mirillas en las cercas que rodean la obra, y disponen los orificios para curiosos de distintas alturas. El convertirse en público para casi todas las actividades –un proceso que hace a todos los hombres iguales frente a la atracción- constituye una parte necesaria de la integridad del mundo social moderno.”

“El momento en que se manifiesta el ‘tienes que ver esto’, o ‘prueba esto’, o ‘siente esto’ es el que da origen a la relación turística; que también es la base de un cierto tipo de solidaridad humana.”

Dean MacCanell

   “¡Todos somos turistas!”, exclama un alumno iraní en el libro ‘El turista’. Y lo cierto es que sí, lo somos. Turistas de paseo por Estambul, Nueva York, Roma y hasta en nuestra propia ciudad. Pero, en este mismo sentido, podemos decir que todos somos igualmente actores y sobre todo y lo más importante: espectadores. Actores de un mundo que, cada vez más, nos brinda la posibilidad fácil del escenario, de alzar el telón para ver la perfecta disposición de nuestras vidas. La actuación se presupone real, aunque para eso haga falta una copia. Lo dice quien escribe ese libro de ‘El turista’,  Dean MacCanell: no podremos disfrutar del hecho auténtico sin haber visto la réplica, la copia del elemento en cuestión. También, lo mencionaba antes, somos espectadores. Es más, somos mayormente espectadores antes que actores. Por una sencilla razón: la actuación implica trabajo, actividad; mientras que la expectación es sencilla, fácil, llevadera para el ojo vago del hombre del siglo XXI. Ese ojo que todo lo quiere ver. Como una especie de Gran Hermano gigantesco al que nadie puede escapar y del que nadie quiere huir.

   Y por eso en este post me gustaría esbozar alguna semejanza entre el turista, como un humano ávido de sensaciones, de experiencias, de culturas, y el telespectador actual. Un espectador que comparte las características anteriores, a la que además hay que sumar la idea de un ser atiborrado de pequeñas píldoras televisivas con las que, de algún modo, pretende saciar su sed de conocimiento de vidas ajenas. Es precisamente atendiendo a esas acotaciones donde podríamos encajar los formatos televisivos actuales. Podemos llamarlo periodismo de proximidad, docu-reality, sensacionalismo, periodismo amarillo o, simplemente, entretenimiento informativo. Un concepto clave –éste último de entretenimiento informativo- para entender lo que trato de explicar.

   Los programas tipo ‘Callejeros’ o ‘Españoles por el mundo’ (por definir de algún modo el formato) practican una nueva forma de entender el periodismo televisivo, mejor o peor. Y se trata de programas, en la mayoría de ocasiones, con un gran rendimiento. Si por rendimiento, claro, entendemos audiencias y share. Entonces, digo, son efectivos, pues tienen buenas audiencias, con lo que llaman poderosamente la atención de los anunciantes. Podemos ver por tanto que los contenidos de entretenimiento (ligeros, por decirlo de algún modo) continúan ganando terreno a los puramente informativos. Nuestra sociedad hace tiempo que pasó página y escaló para llegar a ocupar un nuevo estadio de la evolución televisiva, la conocida como espectacularización, un asunto de no poca profundidad del que ya escribí en este otro post.

 A través de nuestro televisor, al igual que viajando, podemos tener la oportunidad de aprender, de conocer otras culturas, otras formas de vida. Pero ese formato ‘Callejeros’ nos habla, en ese caso, de los laberintos urbanos que se esconden detrás de la fachada de nuestro edificio y que nunca nos hemos atrevido a mirar por miedo. Ahora sí, ahora todo es más fácil. En bandeja, y con la distancia suficiente para que la suciedad social no nos manche el pijama, los productores nos sirven un contenido que se aproxima a nuestra realidad humana. Pero no conviene engañarse, la mediación es evidente. Tenemos ante nuestros ojos una realidad paralela y que, en todo caso, nos viene mediada no sólo por el aparato en sí, es decir, la forma de consumir esa información a través de una pantalla, sino también por quienes han construido el mensaje que en esos momentos se está emitiendo, aquellos que han troceado la realidad para después encajarla en el televisor y ofrecerla en forma de contenido audiovisual. El televidente se orienta a través de un programa fabricado a conciencia, del mismo modo que el turista se guía por una guía fabricada con ese fin. Parece una redundancia, y lo es. Como también lo es el hecho de que, día tras día, visión tras visión, viaje tras viaje, los contenidos turísticos y los contenidos televisivos se perpetúan en la conciencia social, como un tatuaje, o como dice Dean MacCanell, como un “marcador simbólico.” Podríamos defender por tanto que tenemos aquí una semejanza evidente entre el turista del siglo XXI y la del espectador del mismo tiempo. Turista y televidente coinciden en ese sentimiento de curiosidad. Aunque ambos perciban una realidad mediada en diferente forma, pero al final igual de superficial.

   Existe, por tanto, una parcialidad de la información que consumimos a través del medio televisivo, igual que existe una parcialidad en el caso de la visita turística cuando el guía nos explica tal o cual monumento, o cuando pedimos recomendaciones a un amigo sobre nuestro próximo viaje organizado. El espectador del siglo XXI es un turista de salón. Sin salir de casa conoce ahora multitud de contextos sociales, tiene ante sí -a un simple golpe de botón- nuevas culturas alejadas de su rutina. Y esos acontecimientos, esos productos audiovisuales (cortados y acotados por los productores), los comparte y van a servir como intercambio de experiencias en una próxima conversación.

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