El otro día me colaban, por WhatsApp, un buen bulo. Tiendo a no creer nada (más aún ahora) de lo que se envía por este medio, pero esa vez me lo tragué. Decidí documentarme sobre por qué podemos llegar a creer los bulos sobre el coronavirus, y llegué hasta un estudio que, debido a su extensión, he preferido analizar y resumir con algunos slides.
El estudio en cuestión es muy reciente, ya que tiene que ver con la crisis sanitaria del Covid-19. De entrada, para mí que detrás de él esté, entre otros, el investigador de la Universidad de Navarra Ramón Salaverría ya le da un 100 de calidad y excelencia, pero leyéndolo detenidamente lo confirmé. El artículo de esa investigación podéis encontrarlo en la RECYT y os recomiendo mucho que lo leáis tranquilamente.
El artículo relacionado con el estudio viene también a responder a una cuestión que todos nos hemos planteado desde el cuñadismo más elemental: ¿cómo nos cuelan los bulos, y cómo es tan fácil viralizarlos? Todos los slides que aquí leerás, están basados en ese artículo de investigación.
En mi caso, ya conocía el término infoxicación, pero casi al inicio del año la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos alerta de algo más: infodemia a la vista.
A esa infodemia se suma otro aspecto clave para entender la naturaleza en la creencia del bulo: el sesgo de confirmación. El cóctel perfecto para que el cuñadismo y el patio de vecinos se alborote con cada información no oficial, no contrastada sobre las causas y consecuencias de la covid-19.
WhatsApp (recordemos, propiedad de Facebook) es la primera en posicionarse para ayudar e intentar evitar la propagación del otro virus que, como la Covid-19, viene para quedarse: los desórdenes informativos.
En España solo contamos con 3 plataformas (OJO: acreditadas por la International Fact-Checking Network) dedicadas al fact-checking. Estas son: Maldita.es, Newtral.es y EFE Verifica. Y aquí es muy importante que a la hora de darle veracidad o no a las informaciones relacionadas con la Covid-19 que nos llegan por múltiples canales acudamos a ellas. Muchos de los bulos sobre el coronavirus serían fáciles de evitar acudiendo antes a estas plataformas de verificación.
¡Sorpresa! La investigación nos confirma con datos lo que podíamos intuir hablando con nuestro vecino cuando coincidimos en el ascensor. WhatsApp es el arma poderosísima que tiene a mano tu cuñado para metértela doblada con apariencia de verdad. Si eres más de Instagram, la cosa de los désordenes informativos relacionados con la Covid-19 casi que no va contigo.
Pero, como en todo, esta pandemia también tiene una parte menos mala: estamos leyendo más.
En cuanto a temas, estoy muy seguro que también a vosotros os habrá llegado que con orina se puede curar el coronavirus, o que tal o cual político es un criminal sin escrúpulos que está dejando morir gente, simplemente por ser un incompetente. Pues como esos, los tenemos parece ser a puñados…
Y de hecho, los de política y la gestión del gobierno de coalición han sido abundantes durante esta crisis sanitaria del coronavirus.
Otra sorpresa más es que, en el tema bulos sobre el coronavirus, se tiende a tirar la piedra, y esconder la mano. O, más bien, a fingir que es la mano de otro la que lanza esa mentira.
En este otro slide, en cambio, no hay espacio para la sorpresa: el engaño, el tan español timo de la estampita, brilla como el método de bulo más sofisticado para extender la desinformación relacionada con la Covid-19.
WhatsApp y también Twitter lideran el ranking para difundir bulos sobre el coronavirus. Pero no nos engañemos, lo lideran porque todos somos cómplices de darle tregua a este virus informativo que ya parece haberse quedado entre nosotros. Y es aquí donde entra en juego la autoridad epistemológica, un término clave para entender el contexto e incidencia del bulo.
Y por último, os vuelvo a recomendar muy mucho que leáis tranquilamente la investigación de comunicación y sociedad titulada Desinformación en tiempos de pandemia: tipología de los bulos sobre la Covid-19. Un artículo a cargo de Ramón Salaverría, Nataly Buslón, Bienvenido León, Fernando López-Pan, María Carmen Erviti e Ignacio López-Goñi.