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Jim Morrison, poemas. Un lagarto en el reino de las letras

«Una serie de notas, poemas-prosa, relatos, partes de obras de teatro y diálogos. Aforismos, epigramas, ensayos. ¿Poemas? Claro”. Así definía James Douglas Morrison (más conocido popular y mediáticamente como Jim Morrison) su poesía antes de comenzar su poemario titulado Desierto. La nota del escritor-poeta-cantante es, en suma, un muy buen resumen de lo que son los poemas de Jim Morrison y el resto de textos que este genial autor nos dejó dichos, escritos para nuestra lectura.

Algunas de las frases de Jim Morrison

Morrison era cantante, músico, actor, director, alcohólico, escritor, drogadicto, obsceno, mujeriego e infinitas cosas más. Y lo era todo a partes iguales. En un perfecto y disparatado equilibrio que solo perdió al final, en París. Esto no lo digo yo que, obviamente, no tuve la suerte de tomarme un bourbon o una Estrella Levante con él. Lo dicen los críticos de la época, las revistas, la literatura (frondosa) que se escribió sobre este hombre lagarto. Pero, sobre todo, Jim Morrison era letrista y también poeta. En cambio, y resulta cuanto menos curioso, la música no era lo suyo. Dicen las malas lenguas que ni siquiera sabía tocar un solo instrumento, aunque es realmente cierto que gracias a su peculiar voz (desgarrada pero con una claridad y vigorosidad notable) el grupo The Doors llegó hasta las cotas más altas de popularidad, y se introdujo en el tremendo negocio musical del movimiento hippie. A partir de ahí, nacía la leyenda de otro grupo de música maldito.

Fuente: FLICKR

La poesía de el Rey Lagarto (como él mismo se autodenominaba en algunos de sus conciertos y en numerosos escritos) no fue muy conocida en su época, pues quizá interesaba más explotar su faceta de cantante e icono sexual para, tras su rápida muerte, comercializar todas y cada una de las letras que Jim exhalaba con una dulzura compleja. Dulzura, digo, porque si hay que destacar algo de este chamán de la palabra, era su tremenda afición al bourbon (un tipo de whisky dulzón en exceso). Pero muchas de las frases de Jim Morrison se han convertido en hits para la posteridad. El Rey Lagarto decía a menudo: «¿Por qué bebo? Para escribir poesía.  A veces, cuando uno ha dado todo de sí y todo lo horrible se repliega en un profundo sueño, hay un despertar, y todo lo que queda es verdad. Destroza el cuerpo y el espíritu se  hace más fuerte».

Las letras del cantante-poeta de The Doors hablan de muerte y amor, del Carpe Diem como filosofía de vida, de la existencia única del momento presente, de los efectos que los medios de comunicación (y, sobre todo, la televisión) provocan en el individuo… Se podría decir que la poesía de Morrison abarcaba una amplitud de temas tan grande como sus facetas personales. Pero sí es verdad que tanto la muerte como la existencia  eran temas preponderantes en la gran mayoría de sus composiciones. Valga un ejemplo para ello: «Un ángel cruza. La súbita luz. La habitación. Un fantasma nos precede. Una sombra nos sigue. Y cada vez que paramos, nos caemos”.

An American Prayer, de Jim Morrison

De los cuatro libros de poemas de Jim Morrison que escribió en vida (Las nuevas criaturas, Los señores, An American prayer y Desierto), quizá sea el de Desierto el más destacable, precisamente porque es al que más tiempo le dedicó tras abandonar la banda formada en Los Ángeles. En él podemos encontrar desde desvaríos exquisitos a los que nos tiene acostumbrados este autor, hasta auténticas frases sueltas que, con sólo siete palabras, entrañan mucha más sabiduría que algunos de los éxitos de la actualidad: «El ahora está bendecido. El resto recordado”. Con todo, An American prayer (una oración americana, traducido al español) podría ser quizá el más conocido entre el público.

Pero Jim Morrison decidió que esta vida no estaba hecha a su medida, y tras una existencia precipitada (pero no por ello incompleta) moría en su apartamento de París en julio de 1971: «Soy un asesino fantasma presenciando toda mi bendita sanción. Así es, se acabó la diversión, la muerte de toda alegría ha llegado”.

En todo caso, la colección de poemas, aforismos y escritos que nos dejó merecía un post. Escrito y dicho queda. Seguimos, a pies juntillas, otra de las sentencias que dejó para la posteridad Morrison: “Si mi poesía intenta algo, es liberar a la gente de sus límites para ver y sentir”. Sintamos pues.

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